Viajar de Krabi a George Town: ¡Bienvenidos a Malasia!
Viajar de Krabi a George Town (Tailandia-Malasia)
Viajar de Krabi a George Town en autobús fue algo tedioso, porque nos llevó unas 18 horas y tres cambios de colectivo. Dentro de todo, fue tranquilo y no tuvimos ningún problema en la frontera, donde los trámites fueron bastante rápidos (la fila de personas no era muy grande, así que sólo nos miraron el pasaporte y nos dieron una estampilla).
Conseguir pasajes en autobús fue bastante fácil, porque en Tailandia el turismo está bastante desarrollado. Compramos billetes «directos», aunque fue necesario hacer tres paradas. El colectivo salió a la noche (y dentro de todo era cómodo), pero a las ocho de la mañana paramos en el campo y tuvimos que esperar el segundo colectivo (por suerte había un puestito donde vendían agua y algunos snaks para desayunar). La segunda parada fue casi en la frontera con Malasia, a la hora del almuerzo, y nos dijeron que había que esperar unas dos horas. Así que le preguntamos al de la oficina de colectivos y nos aconsejó ir a un shopping cercano (realmente, no fuimos más lejos para no arriesgarnos a perdernos y, por lo tanto, perder también el viaje).
Impresiones de George Town (Malasia)
La primera impresión de George Town fue «gloriosa» – una isla muy limpia rodeada de mar azul-, aunque luego llegaron otras más diversas. Por un lado, la ciudad moderna, de rascacielos y coches de alta gama, y por otro lado, una ciudad vieja, de casas bajas desgastadas, de gente a pie y motos, y de vestimentas tradicionales. El centro estaba vacío cuando llegamos, como si todos se hubieran terminado su jornada para ir a cenar. Así que, sin pensarlo, fuimos directamente al hotel que habíamos reservado.
Al llegar al hotel, tuvimos una primera visión de la presencia de la cultura china en Malasia. En ese lugar, todo estaba escrito en caracteres tradicionales de mandarín y la decoración tenía detalles que remitían a la cultura china más tradicional (aquella anterior a la época de Mao). Sin embargo, cuando salimos para comer, pudimos ver la presencia de las otras dos grandes culturas que allí conviven: los malayos (de mayoría musulmana) y los hindúes. Todas estos pueblos están bien diferenciados, y cada uno es muy celoso de su legado.
Fuimos a cenar a un shopping, por recomendación del dueño del hotel (no sabíamos en ese momento que en George Town se encuentra uno de los mejores mercados de comida callejera del mundo). Paradójicamente, fue en el shopping, un «no lugar» por antonomasia, donde pudimos ver algunos elementos que definen la identidad de los malayos: chicas chinas en minifalda, junto con chicas musulmanas con cabezas cubiertas en pañuelos de colores, tiendas que vendían ropa tradicional, y grupos de hombres de ascendencia hindú (no sé por qué, pero parece que siempre van juntos).
También, dentro de uno de los locales multinacionales de comida del shopping, pudimos ver otra de las marcas identitarias de la herencia musulmana: ofrecían un menú halal (lo que está permitido por el Islam).
Así fue que terminamos y volvimos. La noche se veía bastante buena, pero el cansancio nos ganó. Nos quedó una imagen fragmentada de esta ciudad, que luego, en los próximos días iríamos armando y tratando de entender.
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