Tong Li es una ciudad ubicada a media hora de Suzhou. Para llegar, se puede elegir entre el colectivo normal y el colectivo de turistas (que es caro e incluye excursiones varias). Para mantener el presupuesto, optamos por lo primero. El único inconveniente fue que perdimos un poco de tiempo, por confundir la estación de tren con la terminal de autobuses, ya que están casi pegadas.Mientras hacíamos fila, por error en la estación de tren, un muchacho nos preguntó de dónde éramos. Cuando le dijimos que de Argentina, un hombre salto de la fila para decir, a los gritos, que el restaurante argentino de Shanghai era excelente. Aunque nunca tuve la oportunidad de comer allí, confío de pleno en su recomendación.
El comentario despertó el interés de otro hombre, que estaba detrás nuestro en la fila. Hablaba un inglés elemental. Nos comentó que era japonés y que vivía en China hacía tiempo, por motivos de trabajo. Inmediatamente, comenzó a tararear Libertango, mientras decía Argentina, Argentina, tango. Le mencioné el nombre del tema y a su autor. Me dijo que no los recordaba, pero que tenía esa melodía en un disco y que siempre la escuchaba, porque le gustaba mucho. Poco después -ya no recuerdo como- nos dimos cuenta de que estábamos en la estación equivocada, y salimos corriendo hacia la terminal de ómnibus.
Fue fácil conseguir un colectivo allí, ya que parten cada media hora.La autopista era muy tranquila y también muy diferente a las rutas a las que nos habíamos acostumbrado en China. Cuando llegamos, a pocos metros de la terminal, encontramos unos carritos eléctricos para turistas. Como el precio era un poco caro, y no quedaba muy claro dónde nos llevaban o que servicios ofrecían, decidimos caminar y llegar por nuestra cuenta. Encontramos el pueblo -o lo que sería el antiguo casco histórico- a sólo unas cuadras de la terminal de tren. Y ahí comenzó el recorrido.
Vista de la ciudad de Tong Li
Tong Li fue descrita por Marco Polo como la Venecia de Oriente, debido a que es una ciudad de canales construidos artificialmente para facilitar las comunicaciones. No tiene, como su hermana europea, un gran vaporetto, sino estas barcas de madera, que en la actualidad sólo son utilizadas para llevar turistas.
Paseando por los canales de Tong Li
En Tong Li, hay callecitas con mercados, donde se pueden comprar -además de las chucherías tradicionales que se consiguen en todos los mercados- artesanías realizadas por artistas. Así fue que conocimos a Marcel (su nombre occidental), un pintor muy carismático, cuyo libro de visitas está lleno de firmas de personas de todo el mundo.
Marcel, un artista de Tong Li
Marcel pinceló nuestros nombres en caracteres chinos y luego se sacó una foto con nosotras. En la foto anterior, se pueden ver algunos elementos de su taller. Por ejemplo, la cajita que se ve a su izquierda tiene una tinta roja pastosa, que es la que usa para sellar y firmar sus obras.
Una foto con Marcel
También hay otros tipos de artesanías, como los paisajes bordados. Algo que suele suceder con la mayoría de las artesanías en China (ya sean bordados, dibujos, pinturas en tela o en madera) es que existen diseños que se repiten en la mayoría de los puestos (y a lo largo de las distintas ciudades), como si la imitación -y no la originalidad- fueran las cualidades valoradas en un artista. Existen algunos motivos que son muy tradicionales, y pueden encontrarse en todas partes, como los cuadros que representan las cuatro estaciones o el tigre de la montaña amarilla.
Vista de un bordado
Otros de los tesoros típicos de China son las perlas, y por eso también es muy común encontrarlas en los mercados. Aquí he tomado una fotos de unas ostras que estaban en la calle, cuyas perlas no han terminado de florecer (técnicamente no tengo la menor idea de cómo se llama este fenómeno, pero me pareció muy bonito).