A la búsqueda de las ciudades perdidas

Otros, ellos, antes, podían. 
Hablaban sobre sus viajes y podían. 
Reconstruían un trayecto, 
mencionaban una ruta, 
dibujaban cruces y líneas sobre mapas reales.  
Yo sólo puedo dibujar mapas imaginarios, 
conjeturarlos, inventarlos.
No tenía mapas 
cuando viajaba por China. 
Los bosquejé en  el camino…

 

En la entrada anterior, hablé sobre un breve entre las ciudades chinas de Hefei y  Chaohu. En el trayecto nos pasaron cosas un poco insólitas porque nos perdimos, no teníamos información a mano, íbamos sin saber dónde íbamos y lo mejor: no sabíamos que encontraríamos. Hemos pasado por una ciudad cuyo nombre tal vez no conoceré nunca, hemos tomado colectivos que nos han llevado por rutas imposibles de recuperar en cualquier mapa, pero así, a pesar de todo, siempre hubo alguien que nos ayudó y por eso, tarde o temprano (en nuestro caso un poco mas tarde de lo esperado) siempre llegamos a destino. La estadía fue cortita, pero escribiré lo que de ella nos quedó.

lago chaohu a la búsqueda de las ciudades perdidas
Reflexión sobre una visita al lago Chaohu

 

Pero… ¿Dónde estuvimos?
Buscando un poco más de información, encuentro un sitio oficial de turismo de China (en inglés) que nos da algunos datos sobre el lago Chaohu. Nos dice que es enorme y que su superficie es de 750 kilómetros cuadrados (ahora entiendo por qué se veía inconmesurable y sus aguas hasta llegaron a marearme). También mencionan sitios de interés, como  la isla Laoshan (esa isla que vimos a lo lejos, esperando por los barcos con turistas), fuentes de agua, cavernas naturales, el templo Zhongmiao y la montaña Yinping. Del otro lado, en sitios de ecología, se lo menciona como «el lago más contaminado de China» o «uno de los lagos más contaminados de China» a causa de algas que crecen gracias a todos los tipos de residuos que allí se arrojan. Estos sitios también nos hablan de nannotecnología o posibles soluciones que podrían llevarse a cabo para revertir este problema.

 

Leyendas que corren en paralelo
Dice la leyenda que, hace mucho tiemplo, los dioses decidieron destruir la ciudad de Chaohu para castigar la maldad de sus habitantes. Sin embargo, el dragón blanco que llevó a cabo la tarea encontró a dos buenas personas (una anciana y su hija) que se salvaron y se convirtieron en las dos islas que salen del lago. Pero como nada ni nadie puede escapar a su mito fundante, miles de años más tarde (en el 2011 para ser precisos), el gobierno nacional de China tomo la decisión de dividir la prefectura de Chaouhu y repartirla entre las ciudades vecinas, debido a sus autoridades no cumplieron con los objetivos de desarrollo propuestos por la administración central.
Digamos que, de una forma u otra, la borraron del mapa. De un día para el otro, sus pobladores se encontraron que, a pesar de sus cuatro millones de habitantes, la ciudad «no existía». El dragón blanco volvió, aunque de un color más rojo y convirtió a la ciudad en una extensión de sus tres de sus distritos vecinos. De todas maneras,  hay una estación y el tren todavia sigue llegando.

 

El pueblo de los algodones

El pueblo de los algodones será para siempre «el pueblo de los algodones». Tal vez no era un pueblo, sino simplemente una colección de casas. Y si lo hubiera, ¿será el único pueblo que vive del algodón o de una planta similar de hilachas blancas en esa zona del lago de Chaohu?. No lo sé, los mapas de google me señalan pueblos que no aparecen en los buscadores o que aparecen en otras provincias. Las imágenes de Baidu (el google chino) me muestran paisajes espectaculares, retocados hasta el cansancio por programas de fotografía.

En el primer mapa, dibujé la ruta entre Shanghai y Chaohu (para tener idea de su ubicación desde una ciudad importante). En el segundo mapa, muestro la distancia entre la ciudad de Chaohu y el «lago Chaohu» donde van todos los turistas. No sé si la ruta del segundo mapa es la misma que hizo nuestro autobús. No lo creo, sino que pienso que más bien serpenteó por caminitos rurales. Si hubiéramos seguido esa ruta, en algún momento tendríamos que haber tenido alguna panorámica del lago y eso nunca sucedió.



Palabras, palabras, palabras
Este viaje breve nos enfrentó a una de las cosas más fascinantes de China: su situación lingüística. Allí se hablan muchos dialectos, algunos pertenecientes a la familia de lenguas sínicas, y otros de otras familias (no vamos a discutir aquí la diferencia entre lenguas y dialectos, pero hay algunos que no tienen relación entre sí).

Cuando no sabíamos donde ir, llamamos a nuestra amiga Rebeca. A ella le costó un poco de trabajo entender al señor del colectivo, porque éste hablaba algún dialecto de la región rural de Anhui (que son «similares» al mandarín). Sin embargo, nuestra amiga tampoco es hablante nativa del mandarín, aunque por su instrucción escolar lo domina perfectamente. Sus lenguas nativas son el cantonés (por parte de su madre)  y el hainanés (por parte de su padre), ambos hablados en el sur de China.

Consultas:
Gracias a Patricia, que  nació en la provincia de Anhui, y me dio algunos datos útiles. También a los chicos de  Maanshan que trabajaban como voluntarios en el Centro de Planificación urbana de dicha ciudad.
Página de turismo de la provincia de Anhui (en inglés, para consultar sobre lugares e historia del lago Chaohu).
Página NPR (radio y noticias de interés general en inglés: sobre la nueva división política de Chaohu).
Centro de información de internet China (portal de noticias sobre China en español, sobre la contaminación del lago Chaohu)
«La Mayor», cuento de Juan José Saer.

 Nota:
En la entrada «Chaohu, de bueyes perdidos» cuento la crónica de mi visita al lago Chaohu.

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